martes, 14 de octubre de 2014

Aprendiz.

Esta noche no he podido dormir, se me venían pensamientos y sentía muchas ganas de escribir todo aquello que pensaba. Sabía que si no lo hacía, se me olvidaría. No me levanté, pero aún queda algo de lo que me inquietaba esta noche.

Prácticamente, toda expresión artística es sanadora del alma. El arte cura o, al menos, alivia el dolor. El arte es como una terapia. Es como un instrumento a través del cual se puede expresar todo lo que va pasando en nuestro interior. Escribir es algo así. Por eso quiero compartir lo que sucedió anoche en mi interior.

Dicen que no existen las casualidades, sí la causalidad. Por una absurda causa todo se me derrumbó. Hace mucho tiempo, más de 50 años, algo horrible, violento y sin sentido me pasó. La Naturaleza, mi gran maestra, me salvó. Aunque pagué un alto precio por sobrevivir: el olvido. Olvidé, se me olvidó. Pero alguien muy pequeñito y muy sabio, se quedó o, quizá, se me regaló. La Naturaleza siempre se abre camino, sigue su curso y, tarde o temprano, aparece con el recuerdo. Ella dejó su semilla, como un granito, un duendecillo que se convirtió en mi instinto. Ésto hizo que, de forma natural, creciera en mí el arte de sobrevivir. Fui como la aprendiz de todo y maestra de nada. Así he estado mucho tiempo, siendo una aprendiz, por cierto, muy buena.
Hace algo más de un año, mi vida cambió. Volvió a pasar lo que ya ocurrió hace más de 50 años. Y, como era de esperar, recordé. La Naturaleza, mi maestra, ha esperado hasta saber que había llegado el momento de Saber y no siempre es agradable, puede traer, trás de sí, un terrible dolor. Con menos de 5 años La Naturaleza me protegió porque sabía que con esa edad hay cosas que no se deben saber ni conocer, simplemente, porque no se está preparada.
Hay personas muy crueles  que suelen cruzarse en el camino de una superviviente, ya que ésto te hace tremendamente vulnerable. Y yo me la encontré. Era la persona adecuada y el momento oportuno para dejar de ser una aprendiz.



La certeza.

Soy una buena persona que no sabe serlo. Pero ya poco importa demostrarlo, lo que de verdad importa, es saberlo. La mente, tu memoria y conocimientos siempre van a estar a tu favor. Hay veces que no sabes el porqué, pero de pronto, rechazas algo o a alguien como de un manotazo. Lo que ocurre, es que has ido registrando detalles sin darte cuenta y sin verlo, hasta que un día, por una simple tontería, tu mente te muestra todo lo registrado y tus sentimientos te dicen: Ten cuidado!. Este proceso es idéntico en todas las personas, sólo cambia lo que la mente de cada una registra, dependiendo de su historia y preferencias. Lo único que te mantiene firme, es la certeza de aquello que sientes sin poder demostrarlo y, como única prueba, la confianza en una misma. Y te alejas.

El alivio.

Escrito el día 19 de Abril de 2014.

Cada día me siento más rara y más extraña. Mis miedos disminuyen a medida que aumenta cierto grado de locura en mí. Hablo mucho sola, cada vez más, y cuando el miedo amenaza, surge, como de repente, cierta felicidad sin venir a cuento. Este estado me produce mucha inquietud porque no es algo que yo elija. Mis miedos y mi inseguridad siempre me han acompañado a lo largo de mi vida. Pero ahora, he levantado una defensa y le planto cara a través de esa "felicidad" ficticia o real, no lo sé. Son como pequeñas locuras que me animan a seguir hasta que llegue el momento de decidir. Para no acordarme del miedo, canto, murmullo, río o saco a mi perro. Eso me distrae para no verlo. Me apoyo en las pequeñas cosas ( un rayo de sol, una sonrisa, un saludo, una palabra, un recuerdo..) para vencerlo. No es algo que haga intencionadamente, sale sin pedir permiso, pero me alegro. No sé si curará, pero sí alivia como un ibuprofeno. La espera protagoniza mi vida día a día.

" Siento esta sensación de inquietud. De esperar más. Hoy son las mariposas y mañana será la tristeza inexplicable, el aburrimiento o la actividad desenfrenada por arreglar este o aquel cuarto, por coser, por ir aquí o allá a hacer mandados, mientras trato de tapar el Universo con un dedo, hacer mi felicidad con ingredientes de receta de cocina, chupándome los dedos a ratos y a ratos sintiendo que nunca podré llenarme, que soy un barril sin fondo, sabiendo que "no me conformaré nunca" pero buscando absurdamente conformarme mientras mi cuerpo y mi mente se abren, se extienden como poros infinitos donde anida una mujer que hubiera deseado ser pájaro, mar, estrella, vientre profundo dando a luz Universos, novas relucientes....y ando reventando palomitas de maíz en el cerebro, blancas motitas de algodón, ráfagas de poemas que me asaltan todo el día y hacen que quiera inflarme como globo para llenar el mundo, la Naturaleza, para empaparme en todo y estar en todas partes, viviendo una y mil vidas diferentes.
Más he de recordar que estoy aquí y que seguiré anhelando, agarrando pizquitas de claridad, haciendo yo misma mi vestido de sol, de luna, el vestido verde-color de tiempo con el que he soñado vivir alguna vez en Venus". (Giaconda Belli, El ojo de la mujer.)