miércoles, 22 de mayo de 2013

La Tristeza

Una gran tristeza me está embargando poco a poco. Sé que no me va a pasar nada malo, sólo que es un sentimiento peculiar que te provoca un gran cansancio emocional. Tu alma te está pidiendo reposo a través de la tristeza. Soy consciente de que hay motivos reales para sentirme así. Las pérdidas producen dolor, mucho dolor.

Cuando escribo estas cosas, la gente puede pensar que soy una persona pesimista y triste, nada más lejos de la realidad. Todo lo contrario, soy vital, optimista, confío en la esperanza y estoy llena de ilusión y proyectos. Pero hay algo en mí que me va persiguiendo sin apenas darme respiro, una profunda tristeza por las continuadas pérdidas a lo largo de mi vida. Es una constante sensación que no me impide vivir y seguir, pero que me hace siempre preguntarme el porqué y buscar, desesperadamente, la respuesta. No estoy hablando de encontrar la felicidad, porque ella aparece cuando la necesitas. Tampoco de alegría, ya que las dos van juntas, son como mellizas. Las conozco, suelen visitarme de vez en cuando. Es otra cosa, la tristeza me insiste en algo y no logro descubrirlo y, mientras tanto, duele, duele mucho.

Me dicen que soy fuerte, ya lo creo. Mi tristeza no es una tristeza cualquiera, es auténtica e insistente, siempre está ahí. No le temo, para nada, pero duele, duele mucho.
También me dicen que soy dura, y es verdad. Mi dureza es el resultado de las muchas cicatrices que tengo en mi alma.
Echo de menos a la alegría y si con ella viene la felicidad, mejor. Soy una persona estrellada, continuamente, en los muros de este mundo o de esta realidad social de mierda.

Cuando la tristeza llega y te invade, sólo viene a curarte y a anunciarte que tendrás una cicatriz más, pero sobrevivirás. Por eso duele!

En resumen, lo que quiero transmitir, es que no hay tristeza sin belleza. Ni belleza que no haya convivido con la tristeza. Ya lo dije, la belleza es mi objetivo. Es como el cuento del "Patito feo".